Primer Gran Despertar

El Primer Gran despertar o El Gran Despertar o Reavivamiento Evangélico fue un movimiento de reavivamiento cristiano protestante que se extendió por la Europa protestante y el Reino Unido y sus colonias en América en las décadas de 1730 y 1740, dejando un impacto permanente en la religión norteamericana. El movimiento de reavivamiento afectó de manera permanente al protestantismo, en tanto sus fieles se esforzaron en renovar la piedad individual y la devoción religiosa. El Gran Despertar marcó el surgimiento del evangelicalismo angloamericano como un movimiento transconfesional dentro de las iglesias protestantes. El término Gran Despertar se usa más a menudo en los Estados Unidos, en tanto que en el Reino Unido se prefiere el de Reavivamiento Evangélico.[1]

Apoyándose en los fundamentos de tradiciones más antiguas—puritanismo, pietismo y presbiterianismo—líderes importantes del reavivamiento como George Whitefield, John Wesley y Jonathan Edwards articularon una teología de reavivamiento y salvación que trascendía los límites confesionales y que ayudó a forjar una identidad evangélica común. Los reavivamentistas añadieron a los imperativos doctrinales del protestantismo de la Reforma un énfasis en las efusiones providenciales del Espíritu Santo. La predicación extemporánea (sermones «improvisados») le dio a quienes la oían un profundo sentido de convicción personal sobre la necesidad de recibir la salvación de Jesucristo, y fomentó la introspección y el compromiso a estándares nuevos de moralidad personal. La teología de reavivamiento enfatizaba que la conversión religiosa no se trataba solo de asentimiento intelectual hacia la doctrina cristiana correcta, sino que tenía que ser un «nuevo nacimiento» experimentado en el corazón. Los reavivamentistas enseñaban también que recibir la certeza de la salvación era una expectativa normal en la vida cristiana. El Gran Despertar fue pues el resultado de la predicación de gran alcance que le dio a los oyentes una sensación de revelación personal de su necesidad de salvación por Jesucristo. Apartándose de los rituales y ceremonias, el Gran Despertar comprende un cristianismo intensamente personal para la persona común mediante el fomento de un profundo sentido de convicción espiritual y de la redención, y mediante el fomento de la introspección y el compromiso de una nueva norma de moralidad personal.

Si bien el reavivamiento evangélico unió a a los evangélicos de varias confesiones diferentes alrededor de creencias compartidas, también llevó a división en las iglesias existentes entre aquellos que apoyaban las reuniones de reavivamiento y los que no. Opositores acusaron a las reuniones de reavivamiento de fomentar el desorden y el fanatismo dentro de las iglesias, envalentonando a predicadores itinerantes sin preparación ni formación, y animando el entusiasmo religioso. En Inglaterra, los anglicanos evangélicos habrían de convertirse en una facción importante dentro de la Iglesia de Inglaterra, y el metodismo surgió a partir de la obra y ministerio de Whitefield y Wesley. En las colonias americanas, el Despertar produjo un cisma entre las iglesias congregacionalistas y presbiterianas, a la vez que fortaleció tanto a las confesiones metodistas como a las bautistas. Tuvo escaso impacto inmediato en la mayoría de luteranos, cuáqueros y no-protestantes,[2]​ pero daría posteriormente origen a un cisma entre los cuáqueros, que persiste hasta la actualidad.

Los predicadores evangélicos «buscaron incluir a todas las personas en la conversión, independientemente de su género, raza o estatus».[3]​ A lo largo de las colonias norteamericanas, especialmente en el Sur de los Estados Unidos, el movimiento de reavivamiento aumentó el número de esclavos africanos y negros libres que fueron expuestos al cristianismo y luego se convirtieron a él.[4]​ Inspiró también la fundación de nuevas sociedades misioneras, tales como la Sociedad Misionera Bautista en 1792.[5]

Se llevó el cristianismo a los esclavos africanos y fue un evento monumental en Nueva Inglaterra que desafió la autoridad establecida. Incitó rencor y la división entre los antiguos tradicionalistas, quienes insistieron en la importancia de continuar el ritual y la doctrina, y los nuevos impulsores del renacimiento, que animó a la implicación emocional y el compromiso personal. Tuvo un impacto importante en la remodelación de la Iglesia Congregacional, la Iglesia Presbiteriana, la Iglesia Reformada Holandesa y la iglesia alemana reformada y el fortalecimiento de las denominaciones bautistas y metodistas. Tuvo poco impacto entre los anglicanos y cuáqueros.

A diferencia del Segundo Gran Despertar, que comenzó alrededor de 1800 y que llegó a los no creyentes, el primer Gran Despertar estuvo centrado en las personas que ya eran miembros de la iglesia. Cambió sus rituales, su piedad y la conciencia de sí mismos. A los imperativos evangélicos de la Reforma protestante, del siglo XVIII los cristianos norteamericanos añadieron énfasis en la efusión divina del Espíritu Santo y las conversiones que implantan dentro de los nuevos creyentes un intenso amor por Dios. Los despertares encapsularon dichas señales de identidad y propagaron el evangelismo de nueva creación en la república primigenia.

  1. Sweeney, 2005, p. 186: "'Gran Despertar' es en gran medida un término americano para las reuniones de reavivamiento transatlánticas del siglo XVIII. Los cristianos británicos usualmente se refieren a las reuniones de reavivamiento—colectivamente y de manera más simple—como 'el reavivamiento evangélico'.
  2. Ahlstrom, 2004, pp. 280–330.
  3. Taylor, 2001, p. 354.
  4. "Slavery and African American Religion." American Eras. 1997. Encyclopedia.com. (April 10, 2014).
  5. Bebbington, 1989, p. 12.

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